El dolor es la forma que tiene nuestro cuerpo de responder a una lesión o a una enfermedad. Lo curioso es que cada persona reacciona al dolor de una manera diferente.

El dolor está creado para protegernos, forma parte del complejo sistema de defensa de nuestro cuerpo. Si notamos dolor es porque el sistema nervioso central “piensa” que la parte que nos duele está amenazada y se debe hacer algo para eliminar ese riesgo. El dolor es una interpretación del cerebro: cuando nuestro cuerpo se lesiona, unos sensores envían información eléctrica a nuestro cerebro, que lo interpreta y se produce la sensación de dolor y esto es diferente para cada persona. Lo que algo es muy doloroso para nosotros puede no serlo para otra persona.

Existen dos variantes bien diferenciadas: el dolor agudo, que dura menos de 3 o 6 meses que, puede ser controlado o detenido con medicamentos y, el dolor crónico, que puede durar más de 6 meses y donde los medicamentos son menos efectivos. El dolor constante es capaz de acelerar los signos de envejecimiento. Las personas jóvenes pueden parecer más viejas (arrugas, canas, falta de movilidad…) si han experimentado dolor durante mucho tiempo.

El dolor crónico afecta negativamente a la memoria y a la capacidad de concentración. Las personas deprimidas perciben el dolor con más intensidad que las personas sanas debido a que su cerebro procesa las sensaciones dolorosas con una mayor carga emocional. Entre los dolores más extraños figura sin duda el del miembro fantasma, en ocasiones el organismo se equivoca en su percepción del dolor.

Es lo que ocurre en el dolor que afecta a personas que han sufrido una amputación en alguno de sus miembros y siguen quejándose de molestias en la parte del cuerpo que les falta o refieren sensaciones como picor.

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